“COGER LAS RIENDAS”

Autoestima y equitación terapéutica

En Al Paso, a menudo nos encontramos con padres y madres que vienen a nosotras preocupados por la actitud y el comportamiento de sus hijos/as, sobre todo cuando estos/as empiezan a entrar en la etapa preadolescente. Contestan mal, no hacen caso a las normas de la casa, se muestran alicaídos o rabiosos sin que entiendan muy bien por qué… y esto les produce una sensación de frustración que no saben bien cómo abordar.

La preadolescencia y adolescencia es una etapa complicada, tanto para padres y madres como para los hijos/as, ya que viene llena de cambios, a muchos niveles, y casi siempre es difícil gestionarlos para todos. En esta etapa del crecimiento se produce una “ruptura” con los padres/madres, el niño o la niña empiezan a demandar más autonomía y van abandonando la infancia para empezar a convertirse en el adulto que un día serán.

Esta etapa es muy importante para el desarrollo de la autoestima ya que el autoconocimiento juega un papel fundamental en estos años, tanto de nuestros puntos fuertes como de nuestros defectos, y esta fuente de conocimiento se basa, en gran medida, en cómo nos aprecia nuestro entorno, que ya no se basa solo en nuestros padres y familia más cercana, sino que nuestro grupo de iguales (compañeros de clase, amigos, compañeros de actividades…) empezará a ser nuestro mayor referente, el más preciado y más atendido.

Si el resto me transmite una buena imagen de lo que soy y me quieren a pesar de mis defectos, creeré que soy valioso/a, me sentiré digno/a de ser querido/a y esto se traducirá en una buena autoestima, pero, ¿qué pasa si la opinión que mi entorno me devuelve sobre mí no es la esperada? Bajo una gran cantidad de problemas psicológicos está la presencia de una baja autoestima, la inseguridad que produce pensar que no eres lo suficientemente bueno/a o digno/a del amor de los demás puede traducirse en problemas de depresión, ansiedad, bajo rendimiento escolar, miedos e incluso problemas de agresividad (la necesidad de restablecernos, al sentirnos menos, degradando al otro).

¿Cómo puede entrar en juego aquí la equitación terapéutica? Pues bien, mediante esta práctica podemos trabajar a muchos niveles que nos ayudarán a la “reconstrucción” de una buena autoestima, a continuación os explicamos brevemente algunos aspectos:

  • Entorno libre.

Nuestro principal objetivo cuando cualquier chico/a empieza a asistir a equitación terapéutica es que se sienta a gusto. Parece obvio pero es primordial que sientan que en este entorno pueden ser ellos/as mismos/as, que sepan que pueden hablar de lo que quieran y no van a ser juzgados/as y que de esta manera, quieran volver y se sientan motivados para seguir trabajando. Iremos paso a paso adaptándonos a las necesidades de cada persona y a sus ritmos para que cada día, al final de la sesión se vayan con sensación de éxito y realización. El entorno al aire libre, en la naturaleza y rodeados de otros animales y personas que nos ayudan a cumplir nuestros objetivos, apoyándonos y animándonos hace que la adherencia a este tipo de terapia sea mayor.

  • Vínculo con el caballo.

La equitación terapéutica nos permite crear un vínculo entre el chico o la chica y su caballo. En esta relación, son ellos los que tienen el papel de “cuidador”, son los que llevan la iniciativa y con trabajo y esfuerzo aprenden a comunicarse con sus caballos y a “manejarlos”. A medida que avanzan en su terapia, la sensación de control del animal también aumenta y esto hace que la sensación de sentirse capaz lo haga también, ayudando de esta manera a aumentar su autoestima y a generalizar la capacidad de estar preparados para afrontar nuevos retos que puedan presentárseles a lo largo de su vida. Además, la aceptación incondicional que nos brindan los animales sirve como impulso para que los chicos/as se abran y sean capaces de estar dispuestos a recibir todo lo que podemos ofrecer en esta terapia tan especial.

  • Ampliación de referentes. 

Nos parece importante abordar este tema ya que, para los chicos/as que asisten a terapia, sus terapeutas pasan a ser referentes, unos referentes estables, equilibrados, que les escuchan, entienden y ayudan. Gracias a este vínculo, reforzado por la presencia del animal, podemos trabajar sobre algunos pensamientos y actitudes que los/as chicos/as tienen y “ponerlos en duda” para que empiecen a cuestionarlos (“Soy un idiota, no valgo para nada”), y también servirá de motivador y ayudará a superar las frustraciones que vayan apareciendo a lo largo del proceso.

En otras palabras, cuando los/as chicos/as empiezan a coger las riendas de su caballo y se sienten capaces y seguros de hacerlo, ayudamos también a que esa seguridad se extrapole a otros aspectos de su día a día, impulsando así que sean capaces también de “coger las riendas de su vida” y ayudando a generar una correcta autoestima que les acompañará a lo largo de toda su vida y con la que se sentirán más seguros a la hora de afrontar nuevos retos.

Artículo realizado por Laura Hernández