LOS BENEFICIOS DE LA EQUINOTERAPIA PARA NIÑOS CON AUTISMO

Muchas familias y personas interesadas en las terapias ecuestres nos preguntan por los beneficios del caballo para los niños con autismo. ¿Qué puede hacer la terapia con caballos que no hacen otras terapias? Esto es lo que vamos a tratar de explicar a todos los interesados/as.

Primero de todo, para aquellos que nunca han oído hablar de este tipo de intervenciones, os aclaramos que es. Se trata de una terapia integral a través de actividades con objetivos específicos para cada niño. Se realizan a través del caballo y son desarrolladas con el objetivo de mejorar el bienestar, la calidad de vida y la autonomía de personas con diversidad funcional para la mejora de las diferentes áreas sociales, cognitivas, temperamentales y físicas.

La equinoterapia parte de tres características básicas y fundamentales:
1.- Transmisión de impulsos rítmicos (dorso del caballo al cuerpo del niño/a)
2.- Transmisión del calor corporal
3.- Transmisión de un patrón de locomoción equivalente al patrón fisiológico de la marcha humana.

Lo primero que hay que tener en cuenta, son los beneficios que aporta el caballo tan sólo subiendo y andando al paso. El caballo tiene un movimiento tridimensional que genera un paso que a todo el que se sube y se deje llevar le induce un estado de relajación que consigue que chicos/as muy movidos e impulsivos lleguen a niveles de tranquilidad y sosiego muy altos. Esto facilita comportamientos de colaboración que se reflejan en la concentración y la atención durante el trabajo.

Otro factor que va a ayudar en el aumento de la relajación es el calor que desprende el animal. Su temperatura natural es de 38 oC y puede incrementar a 41,5ºC después del movimiento. Siendo mayor que nuestra temperatura, se utiliza para distender y relajar musculatura y ligamentos y para la estimulación de la sensopercepción táctil, además genera mayor flujo sanguíneo que estimula el sistema circulatorio, lo que beneficia en general a la función fisiológica de los órganos internos. Para alcanzar este efecto se puede subir al niño/a al caballo utilizando tapiz y cinchuelo o sin montura, para buscar más contacto con el animal.

La unión del movimiento suave y rítmico del caballo y su temperatura corporal son muy relevantes en la equinoterapia para niños autistas, No sólo por los beneficios físicos que aporta, si no también a nivel psicoterapéutico, más específicamente, en el área psicoafectiva, generando sentimientos de protección, seguridad y permitiendo la reelaboración de su auto aceptación y confianza.

Por lo tanto, el calor junto al movimiento va a lograr que el chico/a llegue a un estado fisiológico óptimo que va a facilitar la intervención y el trabajo de los diferentes objetivos que queramos plantear para las sesiones.

Por otro lado, los niños con autismo pueden tener una disminución en la coordinación y el tono muscular en algunas ocasiones. La equinoterapia les permite desarrollar la fuerza mientras el niño ajusta constantemente su cuerpo para mantenerse en equilibrio y controlar el caballo durante los cambios de velocidad, dirección, curvas, y también mientras desarrolla diferentes actividades o juegos. Esto se consigue gracias a que, durante el paso y el trote, se van transmitiendo una serie de impulsos rítmicos que favorece el control postural, la regulación del tono muscular y reacciones de equilibrio entre otras cosas.

Los beneficios sensoriales de las terapias ecuestres son especialmente importantes en este caso, ya que los/as niños/as con autismo generalmente buscan mucho la estimulación vestibular proporcionada por el caballo al paso o al trote. Los órganos sensoriales vestibulares (o de equilibrio) ubicados dentro de los oídos internos del niño se estimulan con cambios en la dirección, la velocidad y las inclinaciones. Los cambios posturales en movimiento también van haciéndoles descubrir nuevas sensaciones y nuevos movimientos. El tacto de los diferentes pelajes del caballo estimula su piel. Además, los sonidos y los olores del caballo y el ambiente equino completo son tan estimulantes que los niños que suelen rechazar la terapia en otros entornos a menudo están motivados para cooperar.

Ahora bien, todos estos beneficios que genera el movimiento y calor del caballo en las sesiones de equinoterapia para niños/as con autismo, por sí solos nos son suficientes para adquirir nuevos aprendizajes significativos a la hora de estimular la comunicación, la interacción social o los patrones de conducta repetitivos. Para ello es necesario la intervención de un terapeuta cualificado (sanitario, de la educación o social) que sepa cuáles son las necesidades de cada chico/a y cómo utilizar adecuadamente esta herramienta (el caballo) durante las intervenciones.

Los niños con autismo tienen dificultades para comunicarse con su entorno y en algunos casos para comprender las instrucciones. La equinoterapia y un buen terapeuta, ofrece numerosas oportunidades con actividades que requieren seguir instrucciones durante las actividades que proponen.

Gracias al interés que le provoca el caballo, al estado de relajación que obtenemos del movimiento del caballo y la motivación que puede conseguir el terapeuta para llamar su atención a través de canciones, de juegos interactivos (palmas, hinchar carrillos, etc.), y juegos propuestos para la realización de las sesiones, se pueden trabajar distintas áreas en función de la edad y del propio nivel con objetivos funcionales y prácticos:

  • La comunicación: a través de pictogramas, el contacto ocular, signos, señalar, pedir, rechazar, ampliar vocabulario, ecolalias, etc.
  • Aspectos cognitivos: la atención, memoria, comprensión, razonamiento, conceptos sencillos (colores, formas, vocabulario, etc.) y complejos (letras, números, secuencias, etc.), orientación espacial, esquema corporal, capacidad de elección, desarrollo de la conducta anticipatoria, etc.
  • Comportamiento: frustración, seguimiento de órdenes, tiempos de espera, autocontrol, autonomía, etc.
  • Socialización: facilita la capacidad de comunicarse con personas nuevas como voluntarios, compañeros y terapeutas, facilita la apertura comunicativa, el respeto por los animales, aumenta el número de vivencias y descubre nuevos entornos.

El caballo proporciona un entorno natural de aprendizaje que motiva al niño en su vínculo, a escuchar y responder a los estímulos del animal o a los generados por el equinoterapeuta. Conceptos cognitivos tales como contar (mientras hace sentadillas encima del caballo), nombres de colores (de bolas arrojadas a la canasta mientras se conduce), pasos de secuencia (para tocar los ojos, los oídos, la nariz y la boca durante una canción) o imágenes identificativas (colgadas en la pared o en la arena) se pueden incorporar a una sesión de equinoterapia para niños autista. Así, dichos estímulos tanto del entorno natural como del movimiento propio del caballo permiten el desarrollo de las funciones ejecutivas organizadas en las tareas del juego propuesto (inhibición de los impulsos, flexibilidad de la respuesta comportamental, toma de decisiones, memoria de trabajo y fluidez en los movimientos y en el gesto). Además, gracias a la multitud de input sensoriales, sea a nivel visual o auditivo, que este tipo de intervención con niños autistas ofrece, ayuda a trabajar, a través de juego, la atención en sus varias modalidades (sostenida, dispersa, concentrada, dividida…).

A partir de un buen desarrollo de la sesión de terapia, utilizando los medios ofrecidos del ambiente y los juego a disposición, se puede ayudar al niño/a a organizar las sensaciones de su cuerpo, de la gravedad, del esquema corporal, oído y vista, construyendo una base con la cual se irán desarrollando las otras habilidades motoras. Así se podrán generar en los niños/as con TEA procesos de cognición que les permite regularse y adaptarse al mundo que les rodea. Esto depende, en buena parte, de la capacidad del terapeuta y su equipo multidisciplinar, en ofrecer experiencias sensoriales adecuadas para estimular respuestas adaptativas y consecuentemente el desarrollo del sistema nervioso central.

Siempre hay que tener en cuenta la motivación del niño/a con autismo para que pueda disfrutar de la sesión de terapia como un momento de juego y no solamente de aprendizaje y seguimientos de tareas. Entonces es parte crucial del papel del terapeuta conocer la historia del paciente, no sólo clínica, sino también sus intereses, para poder plantear la actividad según sus gustos, junto a los medios ofrecidos del entorno natural.

Todas las actividades que se hacen con la equinoterapia para autistas, para conseguir el desarrollo de una correcta integración sensorial, deben perseguir una finalidad precisa planteada al principio de cada sesión manteniendo el enfoque en la motivación del niño/a. Imprescindible es premiarlos con refuerzos positivos, aunque, a lo largo de la actividad, no hayan conseguido alcanzar el objetivo principal. Resulta ser muy importante premiar sobre todo el esfuerzo y el intento, para que siga avanzando sin perder el interés en el juego.

Integrando el caballo en las sesiones, también podemos ayudar a estimular el niño/a con Trastorno del Espectro Autista a nivel emocional, construyendo una relación terapéutica con el animal. Esto permite influir sobre el control de la frustración, de la ansiedad, de la autoestima y desarrollar la comunicación (que suelen manifestarse bajo inquietud de los movimientos, masticación nerviosa, rabietas) en un entorno lleno de estímulos diferentes de los típicos con los cuales se pueden enfrentar en las aulas de terapia.

Artículo realizado por Elena Enrici (Psicóloga AL Paso )